ARTE ESPINA KIDS: ALFOMBRAS INFANTILES A TODO COLOR

Aunque afuera haga un frío de rabiar - esto del cambio climático nos va a volver tarumbas - como cada año por estas fechas a la tienda empiezan a llegar ya las nuevas colecciones de alfombras de la firma Arte Espina, de la que ya os hemos hablado en más de una ocasión aquí en el blog.

Por eso, para combatir ese frío y el color gris que lo tiñe todo fuera, vamos a llenar el post de color con sus nuevos diseños de alfombras para niños. Abrid los ojos porque... se va a hacer la luz :)


Sé que el mundo deco-bloguero sigue rendido a los pies del estilo escandinavo y de las alfombras tipo "Beni Ouarain", algunos días incluso yo me rindo a su artesanía bereber y os hablo de ellas, pero aunque me gusta mucho ese estilo, reconozco que de vez en cuando prefiero objetos o detalles que transmitan un poco más de alegría. Y eso es lo que me pasa con las alfombras de esta firma holandesa que, como ocurre con otras marcas de este país como Pip Studio u Oilily Hogar, con sus diseños coloridos me transmiten alegría. Lo hacen también en los diseños "para mayores", pero en su línea Kids la firma, con gran proyección internacional - venden en más de 15 países -, hace un tremendo despliegue no sólo de color y diseños, sino también de medidas, donde las podemos encontrar para (casi) todos los gustos.

Entre las novedades de este año, para los pequeños amantes de la naturaleza tenemos paisajes y animales; para los aventureros tenemos tipis indios con plumas; los que disfrutan con los dinosaurios también tienen su alfombra; los "tecnológicos" - como mi hijo ;) -  también tienen su alfombra llena de símbolos; los más artísticos tienen modelos de inspiración azteca; y los amantes del espacio también tienen su modelo. Éste, y algún modelo más que vais a ver, se suman a los anteriormente disponibles de la línea "glowy", con elementos que brillan en la oscuridad gracias a las fibras luminiscentes con que están tejidas, y que logran que nadie tenga miedo al apagar la luz.

Además, la mayor parte de las alfombras infantiles de Arte Espina están fabricadas con Espirelle Acrylic, un tipo de hilo acrílico de alta calidad desarrollado en exclusiva por ellos que, como se aprecia a simple vista, no tiene nada que ver con la mayoría de alfombras acrílicas que conocemos. Además de su excelente resistencia y de su apariencia al natural, tan lograda que parece lana, otra de las ventajas de este material es que hasta el 90% de las manchas se puden limpiar sólo con agua, y cuando hablamos de niños, esto es mucho más que una ventaja, ¿verdad?








Fotos @ Arte Espina

Tanto por sus diseños, como por los materiales empleados en su fabricación, y por la facilidad de limpieza y mantenimiento, las alfombras infantiles de Arte Espina son unas candidatas estupendas para cubrir el suelo de las habitaciones de los peques de la casa. Un sitio perfecto para que jueguen y disfruten cuando el tiempo, como estos días, no acompañe para ir al parque ¿no os parece?

¿Y vosotr@s? ¿Apostáis como yo por el color en las alfombras infantiles o sois más de estilo nórdico? 

¡¡FELIZ SEMANA!!

DIY-RECETA: ALITAS DE POLLO "A LOS DOS ESTILOS"

Después de tanto desayuno y tanto amor en el blog, esta semana en la "sección cocinillas" nos hemos puesto con una receta que, como los smothies, es también apta para todos los públicos porque, seguro que en esto coincidís conmigo, las alitas de pollo gustan tanto a los peques como a los más mayorcitos.

Y si estáis mirando la foto diréis vosotr@s... "pero esas alitas parecen distintas, ¿no?". Y la respuesta es que sí, que tuve un problema de indecisión y el resultado es que, esta semana, va un 2x1 ;)


En principio, iba a hacer todas las alitas del mismo modo, al que yo llamo "estilo Fé". Fé es la madre de mi amiga Marta y un día que pasé por su casa a recoger unas cosas, estaba preparando las alitas y sólo con olerlas ya supe que me iban a gustar, así que le pedí la receta para hacerla y compartirla con vosotr@s. Lo que pasa es que, al ver los ingredientes, pensé que igual mis niños no pensaban lo mismo que yo, así que pensé que para ellos mejor me curaba en salud haciéndoselas "estilo barbacoa". Total, que al final hice la mitad de una manera y la otra mitad de la otra, ya veis qué ganas de complicarse la vida, pero vais a ver que el resultado mereció la pena ;)

Los ingredientes son diferentes según el estilo, así que os los pongo por separado con cantidades para 4 personas por cada uno de ellos:


Una vez que tenemos todos los ingredientes preparados y a mano, vamos con el paso a paso, empezando por las mezclas para las salsas:


Para las alitas "estilo Fé", ponemos en el vaso de la batidora los ajos, el zumo de limón, el orégano, el tomillo o las hierbas provenzales, el aceite y el vino blanco y lo trituramos todo junto. El resultado es una salsa blanquecina que, en una fuente o un bol, echamos sobre las alitas. Tapamos con un film transparente y lo dejamos reposar unas dos horas en la nevera para que cojan sabor.


Para las alitas "estilo barbacoa", en un recipiente echamos el aceite, la salsa de soja, la miel, el ketchup y el pimentón y lo revolvemos bien con un tenedor o, mejor, con la varilla. Cuando la salsa esté ligada vamos metiendo las alitas dentro con cuidado de que queden bien bañadas, y, como antes, tapamos con un film transparente y lo dejamos reposar unas dos horas en la nevera para que cojan sabor.


Transcurridas las dos horas, las sacamos de la nevera y las colocamos en dos fuentes aptas para el horno. Esto es una obviedad pero... no uséis una fuente grande para los dos estilos, cada una en la suya, porque si las salsas se mezclan no respondo... ;) Mientras lo hacemos, precalentamos el horno unos 15 minutos a 200ºC e introducimos las dos fuentes con las alitas.


Una vez dentro del horno, bajamos la temperatura a 180ºC con calor arriba y abajo - en mi caso, también con el ventilador, pero esto dependerá de vuestros hornos - y las dejamos cocinar durante 15 minutos. Pasado ese tiempo sacamos las fuentes y le damos vuelta a las alitas para que se tuesten bien por ambos lados. Yo lo hago fuera del horno para no quemarme, pero lo podéis hacer dentro también. Después de haberles dado vuelta, las dejamos otros 15 minutos más.


Y ya éstá, ya tenemos preparadas nuestras "alitas a los dos estilos", sólo nos queda presentarlas. En esta ocasión, las alitas "estilo Fé" las hemos acompañado con una sencilla ensalada de canónigos, tomates cherry y pasas, y para los peques hemos acompañado las alitas "estilo barbacoa" con unas patatas fritas. No nos falta de nada ;)



Ya veis que nuestra propuesta de hoy son platos sencillos, con más o menos calorías según el estilo, pero en ambos casos platos equilibrados que pueden gustarle a todo el mundo y sin necesidad de gastar mucho.

¿Qué os parecen? Yo, si os digo la verdad, después de probar los dos estilos no puedo deciros cuál me gusta más, y creo que al resto de la familia le pasó lo mismo, ¡¡nos chupamos los dedos con los dos estilos!!

¿Y vosotr@s? ¿Tenéis alguna receta especial para las alitas de pollo?
Estoy deseando leer cómo las hacéis en vuestras casas ;)

¡¡FELIZ FIN DE SEMANA!!

JUMBO: EL ESCURRIDOR BONITO, ÚTIL Y DIVERTIDO

Si os acordáis, hace un par de semanas os hablaba de una alacena de diseño de nombre Baan que demostraba que, gracias al diseño, las "ideas narrativas" podían ser parte de nuestra vida diaria.

La pieza que he elegido para enseñaros hoy cumple también con esa máxima. Jumbo es un elefante que bien podría ser un simple adorno pero que, en realidad, es el escurridor de cubiertos más molón del mundo ;D


Y es que, ofrecer "una visión fresca de productos de uso cotidiano" es el objetivo de los creadores de este simpático elefante, un estudio israelí de nombre PELEG DES!GN, cuya filosofía gira en torno a tres principios básicos: funcionalidad, estética y humor.

Una declaración de intenciones que, sin duda, se manifiesta en Jumbo. Este elefante que parece casi casi hecho con papiroflexia - de hecho aunque sus líneas sean menos redondeadas a mí la cabeza enseguida se me ha ido al imprimible del Eames Elephant de Vitra que os enseñé el verano pasado - no sólo queda bonito junto al fregadero o al lavabo, sino que además de guardar los cubiertos en la cocina o los cepillos de dientes en el baño, drena directamente el exceso de agua, evitando así esa suciedad típica de los escurrecubiertos o los botes de los cepillos de dientes que, no sé a vosotr@s, pero a mí me da bastante repelús.

Disponible en color crema o gris, Jumbo es además una pieza de diseño asequible. Por 21$, que son poco más de 19€ al cambio, podéis haceros con uno. No todas las que os propongo van a ser súper caras, ¿no? ;)






Diseño e imágenes @ Peleg-Design.com

Ya veis qué idea tan sencilla y, al mismo tiempo, tan estética y eficiente, y, además, con un toque de humor porque, como dicen los creadores del pequeño Jumbo "a veces , una nariz que moquea puede ser una gran ventaja".

¿Qué os parece? ¿Pondríais un Jumbo en vuestra casa? 
¿O quizá para una función tan clásica como escurrir preferís también una pieza más clásica?

¡¡FELIZ MIÉRCOLES!!

HOMETOUR: PASADO Y PRESENTE SE FUSIONAN EN SAN FRANCISCO

Os iba a decir que soy un poco cotilla, pero mejor vamos a dejarlo en curiosa ;) Porque, tener interés en casas ajenas, dedicándonos a lo que nos dedicamos, tampoco es tan raro, ¿no? Y si además, esas casas son de blogueras deco o de lifestyle... entonces ya tenemos la excusa perfecta.

Si hace poco nos pasábamos por la casa de Jaclyn Johnson en Los Ángeles, en nuestro hometour de hoy nos vamos un poco más al norte, a San Francisco, y nos colamos en casa de Jordan Ferney, una de las editoras de "Oh Happy Day", un blog fabuloso que os recomiendo visitar.


Situada en el barrio conocido como "The Mission" - el más antiguo de San Francisco, donde aún se encuentra la Misión de San Francisco de Asís, el edificio más antiguo de la ciudad, que terminó por darle nombre - la casa es también antigua, con muchos detalles de otras épocas que, gracias al estilo de Jordan, se complementan a la perfección con muebles actuales. Pasado y presente se fusionan con tanto estilo en esta casa, que merece la pena ir viendo cómo lo consigue espacio por espacio.


Lo primero que vemos es el recibidor. La pared, se divide en dos, la parte de arriba está pintada, y la de abajo, enmarcada entre una moldura de madera y un gran rodapié, está empapelada. Todo ello, pared, papel, moldura y rodapié, es de un blanco inmaculado - yo juraría que hasta el papel se ha pintado por encima para que sea exactamente el mismo color-, lo que convierte esa pared en el lienzo perfecto sobre el que destacan un perchero y un escabel el madera, y los colores de un cuadro abstracto, una planta y, sobre todo, un flexo de estilo retro en color verde que ponen la nota de color.





Al mudarse a esta casa Jordan se puso como objetivo aprovechar al máximo su nuevo comedor organizando cenas con amigos y, desde luego, parece el lugar ideal para hacerlo. De nuevo con el blanco enmarcándolo todo, el centro del espacio lo ocupa una gruesa alfombra de estilo artesanal sobre la que encontramos una gran mesa de madera rodeada de sillas Eames en blanco y metal. A un lado de la mesa, una pared revestida con un gran zócalo de madera sirve de galería para mostrar las numerosas piezas de arte - la mayoría compradas a artistas locales, o en subastas y mercadillos - de la familia. Al otro, una alacena antigua, también pintada en blanco, se funde con la pared, y lo mismo ocurriría con la chimenea clásica, de no ser porque la zona de contacto con el fuego es de un azulejo verde botella que proporciona el contraste perfecto a toda esa blancura.





Precisamente ese verde botella es el nexo de unión con la zona de salón. Aunque presidido por un gran sofá gris hecho a medida que se amolda a la forma de la ventana - típica de las casas de San Francisco, en la que los estores son del mismo color gris - todo el protagonismo se lo lleva un gran sofá de terciopelo de ese mismo verde botella situado a uno de los lados. Frente a él, la zona de televisión, baldas para almacenar libros y recuerdos - en blanco, claro -, y una gran planta sin flores que remarca aún más esa línea cromática. Junto a ella, una nueva chimenea esta vez en tonos ocre, en la que, se ha incrustado otra chimenea de hierro fundido, y, al lado, una butaca estilo años 50, en tonos mostaza para leer cerca del fuego.




En la habitación principal, a diferencia del resto de la casa, el blanco se reserva únicamente para el techo, mientras que en todas las paredes, marcos y molduras de las ventanas incluidos, y hasta en la ropa de cama, se apuesta por el gris marengo. Un gris casi negro que la propietaria vio hace mucho en la casa de Jenna Lyons - directora creativa de J.Crew - y a la que, a pesar del tiempo transcurrido, decidió  copiar la idea porque "lo que ella hizo hace 15 años, aún es guay ahora". Jordan además, confiesa que esos tonos oscuros, lejos de deprimirla, le transmiten total paz y tranquilidad. Todos los muebles del dormitorio, entre los que destacan el gran columpio de mimbre y la cómoda, tienen un marcado aire retro. Sobre la cómoda además, continua la colección de arte familiar, esta vez, centrada sobre todo en obras que más bien parecen bocetos, pintados a lápiz o carboncillo.



En la habitación de invitados, el blanco vuelve a ser protagonista en las paredes, y también en la ropa de cama donde se introduce el negro sólo en los detalles. La estructura de la cama, con baldaquino también en negro, es el punto central de esta estancia en la que también encontramos muebles retro, como la mesita de tipo nautico o la cómoda de estilo oriental sobre la que destaca una curiosa fotografía en blanco y negro, en la que se puede ver un grupo de bañistas ataviados como al estilo de principios del siglo XX, haciendo gimnasia en la orilla de la playa.




En el cuarto de los niños, se repite el color negro en la estructura de la cama - una litera doble de Ikea -, pero el blanco vuelve a ser el fondo sobre el que reina el color, desde la ropa de cama a rayas blancas y naranjas, hasta los juguetes, pasando por el espectacular mapamundi que cubre una de las paredes para que sus hijos no pierdan una costumbre que la propia Jordan aprendió de su padre: situar en el mapa cada sitio que la familia visitaba para que los niños aprendan lo grande que es el mundo, y cuál es su lugar en él. El resto, como en cualquier habitación infantil, cestos y estantes donde almacenar libros, piezas de construcción y sus magníficas colecciones de globos terráqueos y juguetes de madera de estilo europeo antiguo.




Dice Jordan que el baño no es su lugar favorito de la casa porque está aún pendiente de renovarlo. Pero mientras llega esa gran reforma, y aceptando que es rosa, le guste o no, decidió "refrescarlo" y por ello apostó por el blanco y el cromado. Pintó las paredes en blanco y potenció el cromado de la grifería con el menaje, los ganchitos con nombre para que cada miembro de la familia tenga su toalla, y la lámpara retro que, además, añade iluminación adicional. Este lavado de cara, termina con las toallas, almacenadas en un cesto cromado y, por supuesto, todas de color blanco.





He dejado para el final mi parte favorita de la casa: la cocina. El único espacio que se remodeló completamente cuando se mudaron y el lugar donde transcurre la mayor parte de la vida familiar. Como dice Jordan, desde los desayunos hasta los deberes, la isla central de esta gran cocina es "el lugar donde todo confluye". De nuevo el color blanco es el protagonista, desde los azulejos tipo metro - si queréis saber un poquito más sobre su historia, pinchad aquí ;) -, hasta los muebles donde sólo la encimera es de color madera, pasando por las lámparas. El resto de elementos, como las estanterías o los taburetes alrededor de la isla, son metálicos y, en este caso, el contraste fuerte de color, se deja para el menaje y, sobre todo, para la nevera Smeg en color rojo que, aunque pequeña y poco práctica como reconoce la propia Jordan, fue un chollazo de segunda mano que le da el toque ideal a esta cocina de estilo retro cuya última sorpresa es una pequeña despensa, con los mismos azulejos y unas baldas con unos soportes chulísimos, que aumentan considerablemente el espacio de almacenaje.



Creo que se ha notado con lo que me he extendido, pero, resumiendo, de esta casa tengo que deciros que me gusta... ¡TODO! En mi lista de la casa ideal siempre hay una chimenea, una gran mesa de comedor para recibir a l@s amig@s, mapas mundi y globos terráqueos, una cocina grande con azulejos tipo metro, una despensa - cómo echo de menos la de mi antigua casa, ¡ay! - y una nevera Smeg, eso sí, de ésta, me da igual el color ;)


Y a vosotr@s, ¿qué es lo que más os ha gustado - o lo que menos - de esta casa?
¿Os parece que refleja el caracter abierto y artístico de sus dueños?
Espero vuestras respuestas ;)

¡¡FELIZ SEMANA!!

DIY: SAQUITOS TÉRMICOS CON SEMILLAS

Llevaba tiempo pensando en hacerlo, pero entre que no acababa de llegar el frío y que voy siempre fatal de tiempo y éste es uno de esos DIY al que hay que dedicarle un ratillo... pues hasta esta semana no había encontrado el momento, peeeeeero.... con la caída de las temperaturas la que se ha venido arriba he sido yo  y aquí lo tenéis: saquitos térmicos de semillas para los fríos días de invierno ;)


Bueno... os digo lo del invierno porque con la ola de frío esta semana sólo pienso en el frío que hace, pero estos sacos de semillas son perfectos para aplicar calor seco a cualquier zona del cuerpo no sólo contra el frío, sino también contra las lesiones o los dolores lumbares o menstruales, por ejemplo. Pero, antes de contaros exactamente el paso a paso, os aclaro un par de cosillas sobre los materiales... bueno, tres ;)


Lo primero de todo es sobre las semillas. Después de investigar un poco por ahí y preguntar a algunas amigas que los tienen, la opinión más extendida es que las mejores semillas para el relleno son las de trigo porque retienen bien el calor y no cogen mucha humedad - dato fundamental si como yo, vivís no sólo en el norte, sino al nivel del mar, aquí humedad tenemos para dar y regalar ;) -, pero también hay quien las hace con huesos de aceituna o de cereza, o con semillas de cebada o incluso de soja.


También he leído y me han comentado que hay quien, además de las semillas, añade algún tipo de hierba aromática como laurel, lavanda u hojas de eucalipto, o incluso quien le pone unas gotas de esencia. Yo he optado por hojas de laurel porque eran las que tenía más a mano y me gusta su olor, pero vale cualquiera o, directamente, no añadir nada. Ponerlas o no, no afectará en nada a la eficacia de los saquitos, aunque eso sí, si las ponemos, al calentarlo en el microondas, esas hojas aromáticas desprenden su fragancia y la sensación es aún más placentera ;)


Por último, las telas. Como la idea es que el saco se va a calentar una y otra vez en el microondas, es mejor que el tejido sea 100% algodón y, a poder ser, tipo sábana. En mi caso, como ya sabéis, tengo la tienda repleta de retales, así que después de una investigación exhaustiva de las estanterías, encontré varios de la firma italiana Bassetti que, además de ser 100% algodón, son de muy buena calidad y con mucho colorido, así que me vino genial.

Dicho todo eso, resumimos...


Los materiales necesarios son:

- Tela, mejor si es tejido de sabana y 100% algodón.
- Semillas, yo he utilizado trigo, pero puedes usar otras, o huesos de aceituna o cereza.
- Hierbas aromáticas, puede ser laurel, lavanda, eucalipto o cualquier cuyo olor os guste.
- Regla.
- Boli de marcar.
- Tijeras.
- Aguja.
- Hilo.
- Plancha.

Y ahora sí, vamos con el paso a paso:


En primer lugar cogemos el boli de marcar - ese boli mágico que después se borra con sólo plancharlo -, y con ayuda de una regla, dibujamos las líneas de corte y cortamos con la tijera. No os digo medidas porque depende mucho del tamaño que queráis darle cada uno, pero normalmente la forma es cuadrada o rectangular. En mi caso he hecho cuatro sacos - uno por cabeza para que en casa no haya peleas ;) - así que corté varias telas en diferentes tamaños. Ya vais a ver que, boli en mano, vosotr@s mism@s veréis a ojo cuál es vuestro tamaño ideal.


Una vez que los tenemos cortados, marcamos con el boli las líneas por donde vamos a coser - dejamos un pequeño dobladillo de entre 1 y 1,5 cm. - y lo sujetamos con alfileres. De esta forma nos ahorramos la parte de hilvanar, que no está mal ;) Además, debemos acordarnos de dejar, en uno de los lados una especie de boca, una parte que de momento no coseremos, por donde más adelante daremos vuelta al saco y también introduciremos las semillas.


Llega el momento de la costura propiamente dicha. Para coser los sacos, en primer lugar cosemos los bordes de las telas con el zigzag de la máquina para evitar que se nos deshilachen, y después, cosemos las telas por el revés. Todo ello sin olvidarnos de dejar la abertura que os comentaba antes. Cuando lo tenemos, aprovechando esa abertura, damos la vuelta al tejido y, una vez que ya estén al derecho si, como yo, habéis decidido hacer un saco cervical, cosemos también el centro de ese saco - que será rectangular - para que se marquen como dos churros o morcillas y que así las semillas se adapten más fácil a la zona del cuello. Si os fijáis en la foto - no me salió muy enfocada, pero si pincháis sobre ella y la hacéis grande más o menos se ve - esa costura central no tiene que llegar al extremo para que las semillas fluyan entre ambos lados.


Una vez que tenemos todas las costuras hechas, planchamos los sacos y preparamos las semillas para introducirlas dentro. Mezclamos las semillas con las hierbas aromáticas y, con un folio preparamos un par de cucuruchos de papel que nos servirá para introducir la mezcla en los sacos.


Es el momento de llenar los sacos. Como veis en la foto, introducimos uno de los cucuruchos de papel en la abertura de cada uno de los sacos, y utilizamos el otro como paleta para ir cargando semillas e irlas introduciendo en los sacos poco a poco. Igual que no os podía decir medidas exactas de las telas, tampoco os puedo decir cantidad exacta de semillas que tenéis que introducir, dependerá de lo lleno que os gusten, y de las semillas que tengáis. El único consejo es que vayáis rellenando con cuidado y comprobando cómo van quedando.


Una vez llenos, el paso final es cerrar los sacos. Para eso, primero metemos los bordes hacia adentro y después, tenemos que coser a mano, y con cuidado de no derramar las semillas y las hierbas, las bocas que hemos dejado abiertas. Un consejo: la tranquilidad ayuda no sólo a que no se caigan las semillas, también a que las puntadas nos queden presentables, que siendo a mano no siempre es fácil ;)


Y ya está, nuestros sacos térmicos están listos para utilizar o para regalar a familiares o amigos, que seguro que agradecen un regalo tan calentito. Sólo una cosa más, recordad que para calentarlos sólo hay que introducirlos en el microondas, pero tened cuidado con el tiempo. Lo normal es que estén listos calentándolos entre 2 y 4 minutos, pero depende de la potencia de cada aparato, por eso lo mejor es que empecéis por 2 minutos y vayáis aumentando de 15 en 15 segundos hasta que encontréis la temperatura ideal para vosotr@s.

Y ahí sí que sí, en cuanto le hayamos cogido el punto a la temperatura, ya tendremos nuestros sacos térmicos calentitos y podremos disfrutar de su calor sano y natural durante mucho rato. Si sois frioler@s como yo, son lo más de lo más ;)

¿Qué os han parecido? ¿Os animáis a haceros vuestros saquitos térmicos?


**Con este post participo en el "Finde Frugal 113" de Marcela Cavaglieri**


¡¡FELIZ (y calentito) FIN DE SEMANA!!

SUSCRÍBETE A NUESTRA NEWSLETTER
& RECIBE TU CÓDIGO DESCUENTO -20% EN CORTINASYMAS


Marketing by